Le
mandaron a leer un cuento. No tenía ganas porque le pareció difícil el
vocabulario. Poco a poco comenzó a entender la trama, cada segundo que pasaba
se hacía mas fácil para él.
Su
madre entra en la habitación a buscar algo, pero no hay nada que lo desenfoque
del libro. Empezó a acéresele una pasión, un vicio, aquel libro del cual
aquellos 2 chicos peleaban por un amor, aquel que tanto los satisfacía.
Cada
uno por su parte tramaba como ganar aquel trofeo deseado. Está claro que una
chica no es un trofeo de futbol, pero ellos lo sentían así, algo idiota por
cierto. La afortunada chica, cada día, cada hora, cada minuto que pasaba se iba
convenciendo sobre cual era su mejor futuro y a quien realmente amaba. Luego de
unos meses se acercó vergonzosamente hacia el que tanto hizo
esperar. Al comunicar su elección hizo fastidiar a uno y gozar de la victoria a
otro. El victorioso, aunque ya conocía a su amada, tenía miedo al amor, ese
amor que trae momentos de satisfacción, de preocupación o simplemente de
altibajos. Ella debió convencerlo de que era diferente, nada lo debía
preocupar.
Sin
embargo algo iba a cambiar en el correr de los renglones y las hojas. La chica debió
irse de la cuidad debido a que su padre había cambiado de trabajo. Un nuevo
destino la esperaba y otro les esperaba.
Las
cosas ya no volvieron a ser iguales. Pasaron cuatro meses amándose, hablándose
por redes sociales, mandándose mensajes de texto, pero a fin de cuentas nunca podían
verse, disfrutarse, abrazarse, besarse. Esas cosas de novios no existían en su
pareja. Los motivos para que esto sucediera se adjudicaban a la falta de
tiempo, y desencuentros.
Un día no aguantó más, la llamó en un impulso repentino, y le dijo que la quería
ver, que su cuerpo le pedía esa adrenalina de tenerla cerca. Ella, bastante
seca, y con una voz desinteresada atrás del teléfono, por algún motivo extraño comenzó a meter excusas para no verlo. El
joven, desorientado, no comprendía, si escondía algo o ya
no lo amaba más.
No pudo dormir durante días, tampoco comer, y sentía que eso tan lindo, ahora, se le volvía en su peor pesadilla, una que lo estaba hundiendo en un gran pozo, esos de los que cuesta salir. Debió
entender y comprender lo que no quería, ella... ya no lo amaba mas. Al caer en
la cuenta, se puso muy mal. Las gotas se desprendían de sus ojos y recorrían su
cara mientras volvía a tomar aquel maldito teléfono para comunicarle que debían
echar a perder todo aquello vivido y que no quería, ni podía seguir de esa
manera, con alguien que no lo amaba de verdad.
Nuevamente
entra la mamá al cuarto, pero esta vez sí se desenfocó de la historia, quedó
unos minutos pensativo, con los ojos puestos en el techo. Intento seguir
leyendo el libro pero ya no pudo tener más aquella atención, sabía y presentía
con un estremecimiento en su pecho que algo, no muy bueno, iba a suceder. Aunque no
encontraba respuesta alguna.
Pasado unos minutos recibe una llamada a su celular, era su novia. Charlaron poco y
bastante cortado. Le preguntó si le sucedía algo, ella respondió que sí, con una voz seca, sin expresar sentimiento alguno. Seguido de ese silencio
mortal, repitió lo paso en el libro. Que ya no era lo mismo que antes, que no
lo amaba como debía y que no quería estar más con él... Así, así como si nada,
aquel maldito amor que tanto miedo da, termino por matarlo completamente al
propio protagonista de la historia, porque eso sucedía, tenia plasmado en tinta
su propio destino.