Nada más hermoso que viajar una hora en bondi. Enamorarse
pasajeramente, de pasajeras. Enamorarse y que te rompan el corazón con una no
mirada. Ni siquiera te registró y vos, abriste los ojos como si hubieras visto
lo más lindo del planeta. De hecho, creo que lo era.
“Hasta libertador por favor”. Pagué, me senté y puse los
auriculares para evadirme un poco. Mirar por la ventanilla y sacar conclusiones
repentinas, es casi una rutina que me resulta divertida. “Pobre señora con los
nenitos y el bebe, muerta de frío”. “Mira ese, tan bien vestido y haciendo una
larga fila para subir”. “Las facturas que vende aquél, ¿serán ricas?”. Horas
podría estar observando, hasta que algo mágico, divino, interrumpe el mundo.
Ahí está, lo más lindo que vi desde que me levanté y nada me desenfoca de su
belleza.
La gente dejó de moverse. La melodía sigue pero no escucho la letra, y los semáforos no parpadean más. La gente no tirita de frio y el viejo dejó de hablar en voz alta, casi gritando. Solo estoy yo perplejo y mis ojos observándola como a nadie.
“Mirame, mírame, mirame”. No, no funcionó. “Ya fue, le
hablo. No, ni cara tengo para hacerlo”. Por suerte se sentó en el mejor lugar,
los asientos que dan la espalda al chofer y yo, chocho. Tenía 45 minutos más
para seguir enamorándome. Claro, si no te bajas antes. Ah, perdón, me olvidé de
aclarar que ya estaba perdidamente enamorado de ella. Pasajera, como la
relación que no fue y pasajera como tu visita. Diez minutos nada más te
quedaste y con un sinfín de recursos, me rompiste el corazón. Lo tiraste al
piso y lo pisaste con tus botas negras, esas, que tan lindas te quedaban.
Ni despedirme pude, y conocerte mucho menos. Fuiste una más
de tantos amores pasajeros que viajan en mis horas de colectivo. Gracias,
perdón, gracias. Más que míseras palabras no logro nunca entablar. De hecho,
creo que ya empiezo a sospechar que es la misma persona que se renueva día a
día. Va, un delirio que me permito, y así, casi perdido en estas líneas, llegué
a Libertador. Toqué el timbre, descendí y me pareció verla de nuevo. Pero esa,
también fue una relación pasajera.
Vamos rodri todavia!
ResponderEliminarGracias querido gabi, un gusto que después de tiempo sigas siendo un fiel lector de este humilde blog.
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