La magia de escuchar una canción y relacionarlo con personas,
momentos y aromas. Miles de cosas remiten a esa melodía que suena en ese
momento en particular. Quizás la escuchaste mil veces, pero en la tranquilidad
de tu mente y de tu cuerpo, tiene otro sabor.
Solo 40 segundos bastaron para comenzar a recordar esa noche
increíble que pasaste con tus amigos. Tan solo unos 15 más y ya sentiste ese
“no sé qué” de ésa época. Los aromas que monopolizaban y la estación del año
más resaltante empapaban las melodías atónitas. La vestimenta que más solías
usar, y cuáles eran las actividades más frecuentes. El sabor amargo de transitar
ese momento, o la vida que te sonreía sin dar explicación alguna. Miles de
momentos, y unas cuantas personas también. Hasta ya recordás con quien
hablabas, a quien intentabas conquistar y a cuantas les robaste un beso. Tan
solo un tema e infinitas sensaciones encierran un momento, una época, una forma
de ver la vida.
No llegaste al minuto y la melancolía te recorre a flor de piel.
Sabes bien que no es solo una canción, es muchos más, son momentos imborrables.
La bebida de moda, la que más solías tomar, se te hace presente en el paladar y
la sonrisa de oreja a oreja que no podes disimular. ¿Qué solías hacer esas
semanas donde aquél sonaba en tus oídos?
Recordás y el corazón esboza de infinita alegría.
Dale, ponelo otra vez. Me deje llevar entre las líneas y no pude
mimetizarme mucho más. Es que amo ese tema. Amo esos momentos. Va, no sé si amo
el tema. Sí tengo la certeza de amar esos momentos, y que si no hubiesen
sucedido con aquélla canción, los iba a amar igual. Pero, así es la vida, por
suerte, fueron musicalizados con ese tema. Y por eso, lo amo.
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