Ella es Ana, una piba muy particular. Coqueta las 24 horas y
loca por demás. Aquél barcito convertido en una especie de boliche bazofia, me
la puso en vista, y jamás volvía a ver ojos similares. No eran, ni son de los
que llaman la atención por su color. Grandes, altones y una mirada fija que
mata. Busqué incesante su nombre y no había caso. Tiempo hacía que yo era una
maquinita y con ella, ni un “hola” me salía. Amiga de un amigo y un poco de
picardía la puso en mis manos.
Ella es Ana, así, tan ella. Tiene un mambo terrible y una
sonrisa espléndida. Muy centrada para aconsejar a los ajenos y desconcertada
con sus problemas. No sé qué tiene de particular, pero algo, me atrae.
Los meses pasaron y en alguien especial se convirtió. Yo tan
cursi y ella tan… fría, descorazonada. Tiempo atrás, su corazón rompieron y
jamás quiso volver a ser ella. Una lástima. Juro que cuando se le escapa una
pizca de ternura, es de otro planeta. Del planeta sinceridad y ternura, donde
su satélite es “Amor”. Muy chistosa, me incomoda con mis cursilerías y así
logró que me retraiga un poco de mí. No sé si corresponde, porque, ¿qué más da?,
es Ana. Muchos del género atrás y perder la oportunidad de tenerla
en sobre mí, sudando, siendo uno en dos, no sería grato. No pienso ser un
vencedor vencido, o como dicen en mi barrio “Un matador matado”. Matado como
sus fines de semana, y como el fin de este mundo.
Es Ana y miles de veces me molesta que sea tan Ana. Unas dos
o tres veces estuve a punto de apagarlo contra un árbol o la suela de las
zapatillas, y no. No pude, me pudo. Ella se hizo presente ahí, en ese maldito
instante. Me besó, me conquistó, me besó. Así es ella, especial. La chica de la
sonrisa enorme, siempre coqueta y peleadora por demás. No le importa llevarse
el mundo por delante, y a mí, me llevo puesto en besos. Me metió en su cartera
beige con unas caricias y abrazos que en una cama se hicieron cielo. A Dios no
lo ví, es que… preferí quedarme hablando con vos, observándote sin poder
despegarte la mirada.
Dije, “especial” y tiene sus cosas en contra. Es que es Ana,
y yo, el cursi. Difícil se le hace desprenderse de la noche, vivir y consumir
lo que de día casi es pecado. El tiempo irá amoldándola a aquella Ana que no volvió
a ser, por mal de amores. Y ya que estamos, si queres, podes pasarme a buscar,
enamorarme, pasar. Recordar lindos momentos, construir nuevos y destruirlos,
también.
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